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martes, 8 de octubre de 2019

No es dormir 7 u 8 horas... — (Los 90 minutos)

No se nos enseña otra cosa salvo que hay que dormir horas aproximadas de 8 horas.
Contamos las horas que vamos a dormir o nos faltan de sueño con los dedos mientras disponemos de 5 minutos, 15, 30... para dormirnos.
Y el cerebro no tiene un reloj. No al menos ese tipo de reloj.

Si bien es cierto que de manera intuitiva el bio-ritmo es capaz de despertarnos a la hora que toca, todo se debe a ese fallo cultural que son las horas de descanso necesarias.
Quizá por fallas del lenguaje a la hora de determinar los ciclos de sueño o quién sabe por qué.

El cuerpo humano tarda 90 minutos en alcanzar la fase REM relajadora que proporciona descanso y reposo.

Son ese conjunto de "hora y media" lo que proporciona estabilidad a la rara hora de despertarse mediante el diabólico despertador.

Cabe mencionar que cualquier cosa fuera de éste deja incompleta o inutilizada las horas o tiempos restantes que falten o sobren para alcanzarla (la fase REM) y por eso vamos como zombis luego a los trabajos o a clases.

Esto quiere decir que dormir ocho horas, así como siete, interrumpe el proceso de descanso de la fase REM (o MOR, movimiento rápido de ojos) en una hora de menos o media hora de más —o al revés, respectivamente—, por lo que será más descansado dormir seis horas, siete horas y media o nueve.

Esto debería ser vox poppuli, ya que, con un mayor conocimiento de éstas fases, el público en general podrá adaptarse mejor a los cambios de domingo a lunes, así como las vueltas al trabajo por vacaciones, sin necesidad de arrastrar el sueño o sentirse cansado por ello.

Lo siguiente, ya, sería ser capaces de despertarse sin la dichosa alarma del despertador que hace odiarte, odiar tu vida y, de repetirse mucho, hasta la canción que llevas para madrugar. Así que no le cojas cariño, que luego no la olvidarás en su dichosa función, probablemente, en la vida.

Que descansen. Pero descansen bien.