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jueves, 28 de abril de 2022

La escuela ha muerto (R.I.P.)

 “La minoría de los Einstein solo pierden un poco de tiempo. La mayoría pierde su principal oportunidad de obtener de educación.”
Ernest Reiner.


Los colegios son instituciones que buscan mejorar el papel de elementos complementarios, que deberían ser competitivos.

Aparte de la guardia de hasta adolescentes que se porten como niños que estaría mejor “castigados" si se suprimieran los asilos juntándolos con estos de todas las edades, ya que los valores y la educación deben permanecer y venir de la sociedad y no del Estado.

 La traición a las esperanzas por medio de las calificaciones las hacen fútiles. Era necesario permitir que estudiasen por amor, lo que quisieran, sin miedo a repetir y ser discriminados por desinterés aburrimiento (algo propio de los genios que este sistema desaprovecha) o de alumnos con velocidades y sensibilidades diferentes como por el arte cuya capacidad —la creatividad— no se valora por encima de los contenidos recomendados mínimos.

Además los test no reflejan conocimiento alguno. La escuela se parece más al sesgo de confirmación para aquellos que logra entender sus ventajas por cercanía, social o herencia laboral contactos, etcétera.

Ya que la meritocracia siquiera está en boga, habría que fomentar/encauzar primero hacia el oficio paterno, así como incluir otros que se puedan perder y sean útiles como las artesanías, tecnologías humanas (complemento: sustantivo adjetivado) que falta en esta creciente tecnologización sin el crecimiento parejo de la humanización

A su vez, la desescolarización por abandono se revertiría de permitir a los sucesivos sectores privados alimentarse de estudiantes en prácticas para que aprendan un haciendo, y, si no al menos, a descartarlo o tachando otros que creyeran afines. Esto evitaría la fútil pérdida de conocimientos teóricos que no se aplican a los oficios, al menos en un principio.

Un alto CI no supone nada sin la pasión o encontrar el trabajo motivante hecho para uno. Y si no se crea.

Necesitan saber qué quieren aprender. Cómo, en qué orden y para qué. Si no se deja elegir a niños capaces de autodirigirse, seguirán pasando los líderes geniales sin pena ni gloria por el sistema. 

Y sin procedimientos de todos los profesores para reconocer tanto a estos, como las capacidades creativas de los estudiantes, se seguirá también la tan necesaria creatividad para el futuro de la sociedad y de los artistas. 

Así como que deben aprender lo primero a dudar de todo igual que a preguntar a “papi” en el “por qué” de todo, el no conformarse con falta de pruebas —solo texto—, motivación y llevaría a las escuelas a competir por una mayor cantidad de prácticas entretenidas así como de aprender de la natura en la naturaleza, por ejemplo.

Por último, pero no menos importante, ya dentro de la opinión de este articulista está la necesidad de la práctica teatral así como la oratoria (aprendiendo primero a captar las falacias) para ayudar a todos a desenvolverse en un mundo real pagado de gente desordenada y perdida en algo que llaman erróneamente ‘sociedad”.

Si el trabajo o esfuerzo —tanto si se ve recompensado pronto como si no— solo dependerá de la sociedad puesto que la iniciativa rara vez se ve premiada hasta llevarla a buen puerto. y donde la conformidad lleva peligrosamente a la decadencia, aunque también forme parte de la sana rutina y del día a día la motivación que surja de cada uno es en cambio, la que merece la atención y gratitud, y es está la iniciativa la que levanta masas y alimenta mentes dormidas,

En resumen, y en resumidas cuentas, estamos propuestos de soluciones, solventa primero el cuidado infantiloide (y la falta de valores éticos y familiares por no decirte este año en cristianos y religiosos); el cribado social que, si bien debe salir del niño, estar en conocimiento de las premisas expuestas por parte del profesor dando ahora más que nunca. currículums de asignaturas irrelevantes, así como perder mucho tiempo en materias troncales solo para interesados podría solventarse orientando específicamente clases laborales hacia los alumnos a riesgo de necesitar más profesores y profesionales —en lugar de generalistas— como en profesiones que pudieran heredarse primero; la enseñanza de valores filosóficos desde temprana edad para mantener el pensamiento crítico como la curiosidad viva, en la medida de lo posible por tales instituciones en régimen de semilibertad  y las destrezas cognitivas o de conocimientos que quedarán en su sitio relegados a buenos profesores que sepan tanto como motivar.

 

En fin chico, joven…

La escuela ha muerto