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lunes, 25 de mayo de 2020

CRÍTICA al transhumanismo


Para empezar, el mal llamado "criogenización" (criónica) no es más que la preservación carísima
del cuerpo inerte. "Biopreservación" sería más bien el mantener con vida, a una baja temperatura
el cuerpo ANTES de fallecer. No DESPUÉS.



Si bien es una salvajada y puede rozar la tortura, como reza la siguiente microhistoria:

«Ni se os ocurra congelarme vivo
sin dejarme inteligencia artificial
para no aburrirme.
¿No, o qué?»

O ésta otra petición:

"A mí no me criogenicéis el cerebro sin el corazón."

Puede que no suponga más que un problema para la humanidad.

Permitir a una sociedad, o solo a unos pocos, el acceso a una medicina carísima que prolonga tu vida unos años...
¿No haría a caso a las nuevas élites alejarse indefinidamente ya de la realidad de los benditos mortales?

No me gustaría vivir para siempre. Sí que lo he pensado, pero ser inmortal es otra cosa. Es dedicarse en bien a la virtud
del conocimiento, del saber. Vivir para siempre, como ahora creemos que podremos, solo hace que malgastar nuestras vidas
en internet en ver películas (si a eso lo llamamos "malgastar" la vida), etc.

Ser inmortal es hacer arte. Algo digno de perdurar. Vivir para siempre es una utopía que nos abocará a vivir el mayor apocalipsis del mundo.
El fin de la economía o el triunfo de los terroristas (si bien son pocos, tampoco es muy diferente de lo que hacen los gobiernos a través de los medios: meter miedo).

Además,
el Posthumanismo (el siguiente paso)
—No sería una especie "totalmente nueva".
Seguirá siendo la misma, solo que mejor. Tecnológico-dependiente. Más humanista.



Aún quedará mucho para eso. No somos transgénicos.



Lo que no hay que olvidar es que la preservación de la vida, algo propio del sexo y del ADN,
o a través de nuestros escritos a través de la escritura, no se puede hacer sin el corazón
y el que crea que los "transhumanistas" serán meros cerebros conectados a ordenadores,
dejando de lado aquello que los hace verdaderamente "humanos"
no serán más que lo que hemos temido siempre
ser robots inertes sin corazón
un engranaje más de una sociedad, quizás, socializada respecto a la esclavitud de un sistema que se perpetúe a través de los nuevos androides-humanos-robots.

Aunque si son gente que "no hace nada" quizá les pueda salir el tiro por la culata como con la creación de Bender, el robot.

Habrá que ver qué nos depara el futuro,
pero hay que saber decir no a todo éste sin sentido, sin corazón.

Y antes de arriesgarse a "criogenizarse", esperar a que despierten a alguno
con alguna cura para su corazón. Pues lo necesitará. O no. Quién sabe.

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